Solía ser un estándar que el fitness era para mujeres y el gimnasio era para hombres. Las actividades grupales atrajeron a las damas a las salas, haciendo muchos abdominales sin pesas, ejercicios de brazos con mancuernas de medio kilo, coreografías en el step o en el piso a ritmo de latino.
El gimnasio, por otro lado, se asoció con una sala sofocante con varios equipos de ejercicio pesados y una constitución generosa con hombres en chancletas que daban varios vítores al levantar pesas y mancuernas. En ambos casos, una persona del sexo opuesto causó gran revuelo.
Una nueva era en la industria del fitness
Excepto que está en el pasado, y bastante lejano. Actualmente, muchos hombres aparecen en clases grupales, especialmente en aquellas donde se realizan entrenamientos intensivos en circuito, basados en entrenamiento funcional o relajación, como yoga y estiramientos. Los gimnasios también se han abierto a un grupo más amplio. Se ven completamente diferentes de lo que solían ser. Están divididos en zonas para que todos puedan encontrar un ángulo por sí mismos. Ya sea una zona de cardio, una zona de pesas libres o una zona funcional, todos encontrarán algo para ellos.
Todo esto suena positivo, pero algo más ha sucedido en los últimos años.
En primer lugar, se han creado muchas cadenas de gimnasios. Esta es una muy buena solución, ya que con membresía puedes usar los gimnasios de una red determinada en todo el país. Las condiciones también han mejorado: la fuerte competencia obliga a crear lugares que atraigan a los clientes.
¿Entrenamiento o pose?
El mundo de las redes sociales ha hecho que la gente se fotografíe en cada momento de su vida: desayunando salchichas, presumiendo de sus zapatos nuevos y tomándose una foto obligatoriamente en cada ascensor con espejo. Esta tendencia también afectó al gimnasio.
Parece que entrenar sin foto ni relación es un entrenamiento desperdiciado. Por eso, la imagen se ha vuelto tan importante. Estupenda ropa, gran peinado, maquillaje impecable y por supuesto posar frente al espejo o pedir a los amigos que nos fotografíen cuando hacemos ejercicio, bebemos agua, “qué poder tenemos”. Esto se aplica tanto a hombres como a mujeres, sin excepciones.
Y aquí llegamos al punto en que en el gimnasio "tienes que mirar", sino simplemente te sientes incómodo, tienes la impresión de que todos lo miran y lo juzgan.
No es de extrañar que las personas que recién comienzan su aventura con el entrenamiento y que carecen de confianza en sí mismas se sientan mal en un lugar así desde el principio. Y debe ser al revés, este lugar debe motivarnos, darnos la sensación de que estamos aquí y lucharemos por una mejor apariencia, salud y una mejor vida, sin necesidad de crear otra cuenta en una red social. Donde quedan los tiempos en que un chándal corriente, unas deportivas corrientes, una toalla y una botella de agua eran suficientes para hacer un buen entrenamiento...
¿Se puede remediar?
Esta es una pregunta difícil porque el mundo tendría que cambiar. Si miramos a nuestro alrededor, probablemente no haya ninguna posibilidad. La vida virtual está entrelazada con nuestra vida real, y la necesidad de hacer alarde de tu vida en las redes sociales es cada vez mayor.
Para la generación más joven, esto no es nada nuevo, es la norma. Pregúntale a un niño de 10 años en quién quiere convertirse en el futuro. Un grupo muy numeroso dirá que quiere ser influencer o youtuber.